MAC: Mines and Communities

Something is sickening the people of Tiara and their crops

Published by MAC on 2005-07-03


Something is sickening the people of Tiara and their crops

Sunday July 3, 2005

Oscar Medina, El Universal

Caracas, Venezuela - Almost from the very beginning the construction of the plant where multinational mining company Anglo-American (together with a firm called Grupo Mezerhane) has invested some U$500 million (of which $210 million were contributed by the World Bank), complaints began to arrive from the communities of Tiara, in the Venezuelan state of Aragua.

People Tiara of protestThe company began operations in December 2000 in Loma de Hierro (under the name Loma de Níquel), the zone which the Ministery of Energy and Mining awarded a 30 year concession for the mining of nickel, that covers the townships of Guicaipuro de Miranda and Santos Michelena de Aragua. On March 23 2001, president Hugo Chávez himself officially inaugurated the plant.

Loma de Níquel projects to extract more than 1.2 million tons of mineral, from which they will obtain some 17,000 tons of iron nickel, almost all of which is exported. This is the full limit of the capacity estimated in 1998. An average annual income was projected to be between 120 and 150 million dollars. None of this flourishing income seems to have arrived in Tiara. And although Anglo American promised a respectable list of social actions, in town, they say another thing.

Near the end of 2003 the press department of the National Assembly gathered complaints about pollution, and announced the opening of a parliamentary investigation which now appears to be collecting dust.

The town of Tiara itself appears to be, in the words of an aged local, "forsaken by God." Around six thousand persons inhabit this rough town with its contaminated drinking water and poor infrastructure, which for some years now has been impacted by the iron nickle mining operations just a few kilometers away. And no matter how the company defends itself with arguments and scientific reports, there is something here that is sickening the people and killing their crops.

"They say that everything is normal, but here the situation is getting worse with respect to the illnesses and agricultural problems," complains John Mohammed, president of the Neighbor Commission. César Suárez, of the Ribas Ecological Foundation, one of the most consistant complaintants, says that the emissions of nickel carbonates are reaching the town of Colonia Tovar and already are affecting crops in that zone, especially the tamarillo and peaches.

They don't hesistate to state that the systems that are supposed to clean plant emissions are manipulated at will by the company, with whom local government officials enjoy a "cozy" and suspect relationship, and that the health statistics compiled by the local health officials will never uncover the truthful information -- because it is the mining company that pays for these reports.

Medical Tiara community from at problems"Before the mining began, we would have good flower harvests, we would cut 4,000 dozen flowers monthly. Just as in the year the mining began we began to have problems in the plants, my children also began to develop respiratory problems, they became asthmatic, their lungs closed up. A doctor told me `you need to get those kids out of here,' but to where? how?" says Efraín Schmitt. He had decided to move to Tiara seven years ago, buying a small piece of land to cultivate flowers. He also has something that is affecting his skin: he shows his forarms covered with red bumps.

Juan Flores tends various crops around Tiarita. He is losing all his crops. "First there's a spot, and the leaves turn brown. Then the same happens to the fruit, and it goes on until the whole plant dries up," he explains.

Edmunda Somoza Delgado is 59 years old and is "a native of here." In May, they finally gave her a concrete diagnosis for her constant skin problems: "contact dermatitis due to allergic reaction of nickel salts." "I haved lived all my life here and never had this. This began two years ago, I developed blisters on my legs, my arms turned red and scaly, and itched terribly, especially at night."


Tiara de Níquel: algo está enfermando a los habitantes de este pueblo y a sus cultivos

domingo 03 de julio, 2005

Oscar Medina, El Universal

Caracas - En Tiara da pavor tomarse un vaso de agua. Incluso lavarse las manos. En realidad asusta hasta comerse un mango: se pierden cientos en una alfombra amarillo y negra esparcida allá y aquí sobre las calles destrozadas de este pueblo de Aragua ruinoso y lamentable como un condenado a muerte.

Anglo Tiara plant at American processingOlvidado por su alcalde y por su gobernador que - según dicen - nunca más pisó este suelo, Tiara es un poblado de precaria salud. Y muchos sospechan y acusan de sus males a la Minera Loma de Níquel que desde la distancia de unos pocos kilómetros suelta por sus chimeneas un humo rojizo que viaja con el viento en dirección al pueblo.

Dermatitis en todas sus variantes, problemas respiratorios, bronquitis y cefaleas conforman el catálogo común de buena parte de sus habitantes. ¿Son las emisiones producto de la explotación de ferroníquel lo que está enfermando a esta gente? Pese a la certeza de sus vecinos más combativos - tienen una Comisión de Ambiente local, la compañía minera demuestra con estudios concretos que no es así y tanto el Ministerio del Ambiente como la regional Corporación de Salud no han logrado reunir indicadores que digan lo contrario: no hay estadísticas oficiales que registren incremento alguno de las enfermedades que pudieran asociarse al níquel y la empresa certifica que cumple con todas las regulaciones de ambiente.

Entonces, ¿qué pasa aquí?

Larga espera

Casi desde el mismo inicio de los trabajos de construcción de la planta en la que la multinacional Anglo American (en sociedad con una firma del Grupo Mezerhane) invirtió unos 500 millones de dólares (210 millones con apoyo del Banco Mundial), comenzaron también las quejas de las comunidades de la parroquia Tiara. En abril de 1998, El Universal recogió declaraciones que hablaban de posible contaminación en el río Mesia.

En diciembre del año 2000 arrancó la operación de la empresa en Loma de Hierro (Loma de Níquel es la compañía), la zona otorgada en concesión (30 años) por el Ministerio de Energía y Minas para la explotación de níquel de manto que abarca parte del municipio Guaicaipuro de Miranda y Santos Michelena de Aragua. El 23 de marzo de 2001, el presidente Hugo Chávez en persona hacía la inauguración oficial de la planta y ya a finales de 2003 el departamento de prensa de la Asamblea Nacional recogía denuncias sobre contaminación y se anunciaba la apertura de una investigación parlamentaria que parecía haber estado acumulando polvo hasta que el pasado 31 de mayo la subcomisión de seguimiento, evaluación y control de la Comisión de Ambiente juntó a los involucrados - incluyendo los ministerios del Ambiente y de Minas - en la Asamblea Nacional.

Ese día, el diputado Jofre Navas, quien coordinaba el encuentro, dijo a los presentes: "La gente de Tiara vino aquí a buscar respuestas, que el Ministerio del Ambiente dé respuestas hoy sobre sus conclusiones acerca de Tiara".

Las grandes preguntas de los denunciantes son dos: ¿Las emisiones provenientes de la minera son las causantes de enfermedades respiratorias y de la piel? ¿Son las causantes de la angustiante merma de los cultivos que se pierden cada vez más sin que se logre identificar el porqué? Y añadieron una nueva denuncia: la minera está poniendo en riesgo la cuenca del río Guárico y el sistema del Tuy.

Las respuestas no fueron concluyentes. Los funcionarios del Ambiente encargados de los estados Aragua y Miranda, en líneas generales, aceptan que hay un franco deterioro de las siembras en el lugar, aceptan la teoría de que "el particulado rojizo de la mina que forma una película en las hojas de la vegetación causa disminución de la capacidad fotosintética y exfoliación de las plantas" y reconocen que hay una "impactante" acumulación de escoria de níquel (material de desecho) en el río Mesia, pero los resultados parciales de sus análisis no muestran contaminación en el agua por metales pesados, ni tampoco en el aire y las emisiones se ubican dentro de los límites permitidos.

Los análisis se siguen haciendo, pero en la Comisión de Ambiente de los habitantes de Tiara no creen que sean confiables. Señalan sin titubeos que los aparatos de medición de aire son manipulados a conveniencia de la minera, que los funcionarios mantienen una "estrecha" y sospechosa relación con la compañía y que la estadística de salud recopilada por el ambulatorio local nunca recogerá la información verídica porque es la minera la que paga los gastos.

"Ellos dicen que todo está normal y aquí la situación ha empeorado en cuanto a enfermedades y a problemas agrícolas", se queja John Mohammed, presidente de la comisión vecinal: "Se están burlando de nosotros". César Suárez, de la Fundación Ecologista Ribas, uno de los más denunciantes más constantes, asegura que las emisiones de carbonilo de níquel están llegando incluso a la Colonia Tovar y ya están afectando cultivos en esa zona, especialmente de tomate de árbol y durazno.

Precisamente esta semana se han estado reuniendo los cultivadores tovareños para analizar qué está sucediendo con sus siembras. Suárez, además, activó junto al bufete Orozco Valero & Asociados una línea de trabajo legal que acumula demandas de ex empleados de la minera y que actualmente espera resultados de análisis de laboratorio y pruebas médicas para respaldar sus acusaciones.

Y es que ese es el lado flaco de las denuncias: no hay pruebas científicas que establezcan la cadena causal entre las emisiones de Loma de Níquel y las enfermedades que padecen en el pueblo y el mal que acabó, por ejemplo, con las 32 mil matas de rosa de Efraín Schmitt o las siembras de Juan Flores. Pero algo está pasando aquí y se necesita una pesquisa intensiva.

Hay elementos concretos: evidencias de que las aguas blancas se están mezclando con pozos sépticos en algunos lugares, el hecho más que obvio de que toda esta gente ha vivido siempre sobre una montaña de níquel y que las denuncias sobre deterioro ambiental aclaran que la situación se agudizó más o menos al año de estar operativa la mina.

"¿Cómo separas el ferroníquel nuestro del que existe en el suelo?", se pregunta el ingeniero Luis Espinoza, de Loma de Níquel: "Es la región, esta es una situación geológica. Cuando se hicieron los estudios de impacto ambiental en los ríos Tiarita y Mesia se consiguieron concentraciones de 25 milígramos de níquel por litro. Esa es una concentración gigantesca. En este momento quienes están más expuestos son nuestros trabajadores y por eso hacemos monitoreo constante. ¿Qué interés podemos tener en esconder esa información? Todo lo contrario, porque los primeros afectados somos nosotros mismos. Creo que lo que hay que hacer es sincerar toda esta situación".

Alguna voluntad en ese sentido parece que se dispone a mover el músculo: Ambiente acaba de centralizar por Caracas el caso de Tiara y Oscar Padrón, director de Vigilancia y Control, hace pocos días empezó a delinear con el despacho de Salud un programa de evaluaciones a los habitantes del lugar para precisar si las afecciones están relacionadas o no con el níquel o si los problemas se derivan de pesticidas y aguas contaminadas. Y, cuenta Rosaura Baggi, de la Comisión del pueblo, "el Ministerio de Salud vino hace una semana y dijeron que van a empezar a hacer exámenes. Pero la cosa es que la funcionaria dijo que para lograr un estudio con resultados concretos pasarían por lo menos 5 años". ¿Y mientras tanto?

¿Contamina o no?

Además de anunciar la centralización por Caracas del caso Tiara, el director de vigilancia y control del Ministerio del Ambiente, Oscar Padrón, señaló durante la mesa de trabajo en la Asamblea Nacional que "existe un problema real de escoria. Por cada tonelada de ferroníquel producido se generan 9 toneladas de escoria. Esa escoria es un pasivo ambiental. ¿Qué van a hacer con eso? Han dicho que puede usarse en la construcción, pero hay que revisar en el plan inicial que se tenía previsto".

Luis Espinoza, ingeniero de Loma de Níquel, apuntó que "la escoria es un material inerte, la USB hizo unas pruebas iniciales y lo demostró. Anualmente, además, hacemos evaluaciones que indican que no contamina". Recordó también que "estamos en una etapa temprana de la producción, por eso este impacto visual" y señaló que la compañía fue autorizada por el Ministerio de Ambiente para disponer de la escoria en la cuenca del río. El objetivo final es su aprovechamiento comercial.

Vine, vi y callé

Tanto los miembros de la Comisión de Ambiente de Tiara como César Suárez, de la Fundación Ecologista Ribas, no dan el más mínimo crédito a las razones de la minera. Para ellos - y para buena parte de la comunidad - no hay dudas en que Loma de Níquel está afectando a la gente, a los cultivos y hasta a la cría de animales en la zona. Y advierten con alarma que están poniendo en riesgo la cuenca alta del río Guárico y todo el sistema del Tuy, recordando que ya el propio Marcos Pérez Jiménez había ordenado detener la exploración minera porque aquello era una "gran caja de agua".

John Mohammed, presidente de la Comisión, tuvo la oportunidad de mostrar a los viceministros de Minas y de Ambiente lo que califica como "un crimen ecológico": la deposición de escoria en el río Mesia y la afectación al paisaje natural. "Se lo mostramos a los viceministros y ya han pasado ms de 10 días y nadie se ha pronunciado oficialmente sobre el problema. ¿Porqué nadie asume responsabilidades?".

Los vecinos están condenados: o es el mineral o es el agua

"A la intemperie de Dios", como dijo una anciana vecina parece que en efecto está la parroquia Tiara en el estado Aragua. Cerca de seis mil personas habitan en este maltrecho lugar de aguas contaminadas y pobre infraestructura que desde hace unos años denuncia estar siendo afectado por la explotación de ferroníquel que opera a pocos kilómetros. Si bien la empresa minera se defiende con argumentos concretos y pruebas científicas, algo aquí está enfermando a la gente y matando los cultivos.

Cualquier explicación racional y científica se quiebra ante el relato con tono desesperado que hace Efraín Schmitt teniendo como sonido de fondo la tos constante de sus pequeñas gemelas. Las niñas tenían un año de nacidas cuando hace siete la familia decidió mudarse de la Colonia Tovar tras la compra de una pequeña porción de tierra en Tiara para la siembra de flores.

"Antes de empezar la mina cortábamos buenas flores, llegamos a sacar 4 mil docenas mensuales. Como al año que empezó la mina comenzaron los problemas en las matas y también en la respiración de las niñas, se volvieron asmáticas, se les tranca el pecho. Un médico me dijo que tengo que sacarlas de aquí, pero ¿para dónde? ¿cómo hago?", dice.

A él también hay algo que le está afectando la piel: muestra bultos enrojecidos en sus antebrazos. Y sigue contando: "Perdí 32 mil matas de flores, las mandé a examinar y me dijeron que no era plaga, que era contaminación. Tengo unos exámenes que hizo un ingeniero que dicen que había más hierro en las hojas que en el terreno. Una vez vino gente del Ministerio de Ambiente para ver si podían meter unos aparatos de medición aquí. Todavía los estamos esperando".

Juan Flores tiene siembras variadas cerca de Tiarita. Vainita, lechosa, cilantro, cebollín y tomate. Todo lo está perdiendo. "Les sale una mancha y la hoja se pone marrón. Después le pasa lo mismo a la fruta y así hasta que se seca la mata", explica: "A la lechosa le cae como una llaga por el cogollo y se empieza a secar de arriba para abajo; le cae como una ceniza negra y la hoja se empieza a recoger y se seca. Los únicos que no han tenido problemas son el cebollín y el cilantro; todo lo demás, sí. Yo tengo varios años sembrando aquí y nunca pasaba eso. Esa vaina empezó hace como año y medio. Igual sembramos y si podemos salvamos las matas, uno no tiene recursos para mandar a analizarlas..."

Alérgica

Edmunda Somoza Delgado tiene 59 años y es "nativa de aquí". En mayo, al fin, le dieron un diagnóstico concreto a las constantes afecciones de la piel que ha venido presentando: "contacto de tipo alérgico por sales de níquel". La conclusión es del doctor Héctor Vielma, dermatólogo de la Policlínica Victoria y del departamento de bioquímica del Hospital Vargas.

"He vivido toda la vida aquí y nunca me había pasado eso. Empezó hace dos años, me salen ampollas en las piernas, se me ponen los brazos rojos y como con escamas y con mucha picazón, sobre todo de noche". A la señora Edmunda le hicieron las llamadas "pruebas de parche" en el Hospital Vargas y la sustancia que le produce la reacción es el sulfato de níquel. "Los síntomas son picazón, enrojecimiento de la piel y finalmente placas de eczemas", explica el doctor Vielma: "A la clínica llegan muchos casos similares y se citan para hacer las pruebas en el Vargas. En el caso de Tiara el problema es que allí hay níquel y si vives en un ambiente impregnado de sulfato de níquel las probabilidades de que desarrolles alergia al mineral son mayores. Y lo que te queda es usar esteroides tópicos y antialérgicos. O irte del lugar".

Conocedor de la zona, Vielma señala que "no es lo frecuente encontrar tanta gente con dermatitis". Y asoma una explicación al argumento de que la estadística de Corposalud no demuestre incrementos en los casos: "El problema es que las dermatitis no son específicas. Y además, una vez que el paciente sabe que con el esteroide y los antihistamínicos se alivian las crisis, entonces no van más al médico".

El caso de Ingrid Zerpa no tiene que ver con níquel pero, según dice, tiene una severa dermatitis y está contaminada por un parásito, el mismo que hace un año mató a su nieto a los pocos meses de nacido. Zerpa advierte que el foco es el agua: "El pozo séptico y el tubo matriz de agua se están filtrando. Tengo dermatitis porque uso esa agua y tengo problemas en los riñones porque bebo esa agua. Y mi vecina Petra Reyes también. Yo no sé si aquí hay contaminación por la mina, no me han mostrado las pruebas, pero sí las tengo de que el agua está contaminada por el pozo séptico y aquí se han hecho la vista gorda".

A sumar

La doctora Xiomara Serrano hace nueve meses que está al frente del modesto ambulatorio de Tiara que funciona con financiamiento de Corposalud y con aportes de Loma de Níquel. En su consultorio hay algo que no puede ocultar: la tos. "Tengo una bronquitis crónica. Desde que llegué aquí no he salido de una tos. Ya me estoy asustando". No puede determinar, ciertamente, que su problema se deba a las emisiones de la mina. Pero reconoce que "la gente del pueblo dice que antes aquí no había estas enfermedades. Aunque el año pasado hubo 125 casos de bilharzia. Los ríos están contaminados y además la gente no hierve el agua".

La estadística del ambulatorio de enero a abril de este año totaliza 516 pacientes atendidos. Por dolores abdominales se presentaron 76 casos. Por "otras causas", 68. Por amigdalitis aguda son 50. Por heridas, 42 casos. Por infecciones urinarias, otros 37 casos. Por bronquitis sumaron 37 y con bronquitis aguda 10. 8 vinieron por piodermitis. 12 por rinitis alérgica y 24 casos por distintas variantes de rinofaringitis, además de 8 por cefaleas. Visto así, desglosado, no parecen muchos casos que pudieran asociarse a los síntomas de los que se queja la gente. Pero quizás hay que hacer la sumatoria de los que tienen que ver con vías respiratorias.

Juan Rodríguez tiene en la zona 27 años: "Y nunca se había visto esto. Yo me pregunto, ¿por qué Chávez no viene aquí a hacer un Aló, Presidente para que vea cómo estamos? Chávez dice que primero es el pueblo, pero todavía en Tiara no hemos visto nada de eso".

Loma de Níquel prevé este año extraer poco más de 1,2 millones de toneladas secas de mineral de las que se obtienen unas 17 mil toneladas de ferroníquel que son exportadas casi en su totalidad. Es el tope de la capacidad que se estimaba ya en 1998. Se proyectaba un ingreso promedio anual entre 120 y 150 millones de dólares con una contribución al fisco estimada en 125 millones de dólares durante los 30 años de concesión.

Nada de este floreciente negocio se siente al llegar a Tiara. Y aunque en la empresa enumeran una respetable lista de acciones sociales, en el pueblo dicen otra cosa.

Ricardo Pérez, de la compañía, no oculta cierto dejo de enojo y decepción: "Dificulto que una comunidad tan pequeña no conozca que fuimos nosotros quienes pusimos a funcionar y pagamos los gastos de su ambulatorio, que no funcionaba desde hacía 27 años; dificulto que no sepan que el único pozo de agua potable que tienen lo construyó el Municipio con nuestra contribución...".

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