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Minas de carbón clandestinas, sarcófagos abiertos en México

Published by MAC on 2011-05-10
Source: El Universal, El Sol de México, La Vanguardia

Explosiones en los pozos son frecuentes en Coahuila.

Acaba rescate de los mineros en Coahuila

JOSUÉ RODRÍGUEZ-JESÚS PEÑA

http://www.vanguardia.com.mx

8 Mayo 2011

Luego de 113 horas de que se registró la explosión en el pozo de la mina El Sabino, anoche fueron ubicados los tres últimos cuerpos de los mineros atrapados, de un total de 14, informaron las autoridades.

SABINAS.- Luego de 113 horas de que se registró la explosión en el pozo de la mina El Sabino, anoche fueron ubicados los tres últimos cuerpos de los mineros atrapados, de un total de 14, informaron las autoridades.

Primero fueron recuperados los cuerpos de Néstor Manuel Carmona, de 23 años, originario de Minas de Barroterán, y el de Eleazar López González, de 28 años, oriundo de Sabinas.

El último minero que faltaba, Juan Alberto Sifuentes, de 38 años, fue localizado después de las 23:00 horas y se daba por sentada la recuperación de sus restos durante la madrugada de este domingo.

Con su rescate concluyeron las tareas de búsqueda que iniciaron el martes.

La explosión por la acumulación de gas grisú dejó 14 trabajadores muertos y un menor con lesiones de gravedad.

Por la mañana, Javier Lozano Alarcón, secretario del Trabajo y Previsión Social, sostuvo que la muerte de los mineros no será en vano.

El funcionario federal aseguró que además de la sanción penal a los responsables de la explosión, se prevén acciones preventivas integrales para prevenir más situaciones de ese tipo.

“Estas muertes no serán en vano, de eso estoy convencido”, aseveró. “El País tiene prisa y este tipo de acontecimientos deben de movernos a la aprobación de reformas que penalicen severamente a los responsables de estos yacimientos que no cumplan con las normas federales de cuidar al trabajador y garantizar las condiciones de seguridad y su registro adecuado en el Seguro Social”.

Dijo que el Gobierno federal trabaja en una estrategia integral para mejorar las condiciones de trabajo de los mineros a fin de evitar más decesos, al tiempo que expresó que el Seguro Social ha iniciado las auditorías a la empresa para revisar su situación.

Informó, asimismo, que también se efectúa el proceso para cancelar la concesión de explotación de carbón mineral a la empresa Binsa.

Lozano Alarcón dijo que hay muchas artimañas legales con las que, al menos en el caso de los mineros, evaden el cumplimiento de sus obligaciones con sus trabajadores, por lo que industrias de alto riesgo deben tener sus propios sistemas de vigilancia para verificar que las condiciones de trabajo sean legales.

“Si bien tienen costos esos sistemas de seguridad y verificación, igual que todos los negocios, requieren inversión pero si los empresarios no desean pagar, que se dediquen a otra cosa”, declaró Alarcón, quien garantizó que ningún deudo de esta tragedia quedará en el desamparo.


Minas clandestinas sacófagos abiertos

Nidia Marín

El Sol de México

8 de mayo 2011

En los socavones mexicanos la muerte está en cualquier túnel, en algún recodo. Las riesgosas minas de carbón y sobre todo los llamados "pocitos" -clandestinos o tolerados- que forman parte de la minería artesanal, son sarcófagos abiertos en espera de los cuerpos.

Así, en los últimos años han fallecido en esas oquedades (sin tomar en cuenta a los 65 trabajadores de Pasta de Conchos): en 2007, cinco mineros; en 2008, cuatro; en 2009, la cifra llegó a 12, de los cuales cuatro murieron en dos explosiones en la misma mina "Lulú"; en 2010, el número fue de 13 y en los primeros cuatro meses de 2011, ya van seis y pudieran ser 14.

La mayoría de esas muertes accidentales pudieron evitarse. Sucedieron en los "pocitos de carbón". Sobre estos lugares, Robert Bruce Wallace, en su obra "El Carbón en México", publicado en 2009 por la Facultad de Economía, de la UNAM, señaló:

"Además de la estructura oligopolística de unas cuantas grandes mineras carboníferas (particularmente MIMOSA y MICARE de AHMSA), existen numerosas firmas mineras pequeñas, la mayor parte de las cuales opera con condiciones de seguridad atroces y, sin sorpresa, con niveles de productividad muy bajos".

El doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México, ingeniero geólogo de la Michigan Technological University y profesor en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía, de la UNAM, dice además que muchos de esos mineros han operado por más de un siglo en la cuenca de Sabinas y resalta también que "durante los últimos meses de 2006 sesenta minas artesanales fueron trabajadas, algunas alquiladas a negociantes por los ejidatarios como resultado de la eliminación de restricciones legales en los años 1990 respecto a actividades mineras realizadas por los ejidos, con el objetivo tanto de la creación de empleo como también del suministro de carbón a las dos carboeléctricas en Nava, Carbón I (José López Portillo) y Carbón II".

Y en años más cercanos, explicó: "Las 58 minas que aparentemente seguían trabajando en 2008, llamadas por algunos "pocitos", promediaron sólo mil 200 toneladas por mes, y como se indicó, fueron notorias por los accidentes serios y mortandad debido a explosiones ocasionales de gas metano e inundaciones. Ya para septiembre de 2008, aparentemente la Secretaría de Trabajo únicamente tenía cinco inspectores de seguridad asignados al área de Sabinas, quienes no sólo están encargados de inspeccionar las minas sino también una multitud de fábricas, aunque posteriormente la oficina local del Consejo de Recursos Minerales complementó los cinco inspectores con otros dos".

Robert Bruce Wallace acotó: "Según Juan José López, el director de proyectos de la oficina, ha habido progreso significativo de los estándares de seguridad en los "pocitos" durante los últimos cuatro años. Afirmó que se han clausurado las minas más peligrosas o se han realizado los cambios requeridos, tales como una salida alternativa de la mina, sistemas básicos de ventilación cuando antes no había ninguno, y aparatos manuales de monitoreo del gas metano al empezar cada turno de trabajo".

Sin embargo, mencionó que el desastre en la mina Pasta de Conchos de Grupo México y él de Barroterán, otra mina grande de la cuenca de Sabinas donde 153 mineros murieron en 1969, muestra que los peligros de minas de carbón están "demasiado presentes también en las grandes minas más modernas de México".


Menores en las minas, algo común en la Carbonífera
Cronista de Sabinas asegura que las explosiones en los pozos son frecuentes en la zona.

Hilda Fernández y Thelma Gómez

El Universal

8 de mayo 2011

A los 15 años el cuerpo aún no tiene las fuerzas para trabajar en una mina de carbón. Eso no vale en estas tierras. En estos pueblos, los hombres andan con la cara tiznada desde que son adolescentes. Aquí la vida como “carboneros” comienza en cuando se termina la infancia.

Jesús Fernando Lara Ruiz comenzaba su vida como “carbonero” —como aquí les llaman a los hombres que trabajan en la extracción del carbón— cuando la explosión del pozo lo dejó sin su brazo derecho.

Él tiene 15 años de edad. Hace unas semanas comenzó a trabajar en el pozo 3 del ejido de Sabinas, de la empresa Binsa, cuando el martes 3 de mayo una explosión sepultó a los 14 mineros que estaban dentro del pozo. Jesús era “ganchero”, así le dicen a quienes se encargan de recibir el tambo con carbón que sacan los mineros. Ese es el trabajo que hacen los más jóvenes.

Y no son pocos los adolescentes que trabajan en los pozos, la forma más rudimentaria, barata y peligrosa para sacar el carbón. “Hay muchos chiquillos trabajando en los ‘pocitos’. En cada ‘ pocito’ hay dos o tres”, dice Juan Sánchez, quien inició a trabajar como “carbonero” cuando tenía 16 años.

A los menores de edad no sólo los emplean como “gancheros”, también son “malacateros” —los que jalan las cuerdas que suben el tambo— o como “hueseros” —encargados de limpiar el carbón—. Incluso, en el pozo que explotó el pasado martes, el “huesero” acababa de cumplir 18 años, asegura su familia. El día del accidente, los primeros familiares en llegar al lugar miraron cómo “se quedó ahí, sentadito, llorando, porque su papá estaba adentro”.

La Ley Federal del Trabajo prohíbe que menores de 16 años sean empleados en la minería.

Siempre ha sido así

Rogelio Robledo Mendoza es “carbonero”. Tiene 54 años, pero se ve mucho mayor. Así es aquí, los mineros de 30 años parecen de 40. “Yo empecé a los 16 años en un ‘pocito’, como casi todos los de aquí”, dice este hombre que la noche del viernes pasado recibió el cadáver de su hijo. Se llamaba igual que él y tenía 30 años, la edad en la que los mineros del carbón tienen su máxima productividad, cuando pueden sacar hasta 25 toneladas de carbón a la semana. Después, el cuerpo ya no da más.

Por ejemplo, Rogelio, el de 54 años, ahora vive con sus rodillas “echas pedazos… Pero a mí me fue bien, porque no quedé dentro de un pozo”, dice.

A Raúl Villasana Cantú no le fue bien. Él empezó en las minas de carbón a los 17 años. Murió de 32, junto con 65 de sus compañeros, en la explosión de la Mina de Pasta de Conchos, el 19 de febrero de 2006. Su madre, María Trinidad Cantú, no se ha cansado de exigir que saquen su cadáver.

“No hay otros medios de trabajo para la región, por eso todos se van a trabajar ahí desde chicos. No tiene idea del hambre, de la necesidad de poder tener otras fuentes de empleo”, explica María Trinidad. Al año, en promedio, tres millones 300 mil toneladas de carbón salen de esta región.

Ramiro Flores Morales, cronista de Sabinas, dice que hay dos compradores principales del carbón: La Compañía Federal de Electricidad (CFE), que lo utiliza para las carboeléctricas, las cuales generan 14% de la electricidad de todo el país. Y las fundidoras, como Altos Hornos de México y Peñoles.

El mismo cronista asegura que desde 1884, a la fecha, en la región carbonífera han muerto poco más de mil 400 mineros en 117 explosiones. La que dejó más víctimas ocurrió el 31 de marzo de 1969, en Barroterán. Ahí murieron 154 mineros.

Y aunque la minería y sus tragedias forman parte de la historia de esta región, Ramiro Flores, advierte que ha sido en los últimos años cuando “como nunca” han existido tantos “pocitos”, extracciones que se realizan de manera informal, sin cumplir con las medidas de seguridad; en donde los mineros no cuentan con las prestaciones de ley.

Estos “pocitos” sólo funcionan entre seis meses y un año. “Sacan el carbón que hay y cierran. Después abren otro, y lo mismo”, dice Rogelio Robledo.

Los “carboneros” prefieren trabajar en los “pocitos” que en las minas grandes, donde supuestamente existen mayores medidas de seguridad, porque ganan más. En una mina, el pago es de 700 pesos a la semana, en promedio. En un pozo puede ser de mil 200 a mil 500 a la semana.

“Aquí sólo hay de dos: o te arriesgas la vida o te mueres de hambre”.

A los menores de edad les pagan alrededor de 600 pesos a la semana.

“Muchos empiezan a trabajar en cuanto salen de la secundaria. Los dejan un tiempo como ‘hueseros’, ‘malacateros’ o ‘gancheros’, después los meten al pozo”, dice Yesenia Robles, hermana de Rogelio, uno de los 14 mineros que murieron en la explosión.

De SLP a la zona carbonífera

Jesús García Ayala empezó como minero cuando tenía 16 años. El 20 de mayo próximo se cumplirá un año de que murió, cuando el pozo de la vertical 4, de Progreso, se inundó y él estaba adentro. Falleció a los 33 años.

Su papá, Fermín García, también era “carbonero”. Él tiene 65 años de edad y es de los pocos que se pudo jubilar. Su pensión es de 66 pesos, insuficiente para cubrir los achaques de las rodillas y la espalda que le dejaron las minas.

En el pozo donde murió Jesús también estaba Francisco Zamora, de 29 años de edad; él resultó con una fractura en el cráneo y las costillas. Apenas el día que llegó a la clínica había sido dado de alta ante el IMSS.

Él es originario de Real de Catorce, San Luis Potosí. Llegó a esta zona carbonera cuando tenía 16 años.

“Cuando me vine, fue el hermano del patrón por nosotros allá. Iba hasta San Luis Potosí a traer gente. A veces se venían como 15 o 20. Algunos tenían 14 años”, cuenta Francisco, quien desde el accidente se quedó sin trabajo.

Él repite lo mismo que dicen todos en esta región: “Aquí trabajan muchos que son chicos, pero trabajan a escondidas. Los patrones los esconden”.

El pasado martes 3 de mayo, cuando sucedió la explosión en Sabinas, el patrón no tuvo tiempo de esconder a Jesús Fernando Lara Ruiz, el adolescente de 15 años que perdió su brazo.

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